domingo, 14 de junio de 2015

Ensalada de frutas

Su problema principal es que no sabía elegir. Es como cuando se hace una ensalada de frutas. Coge una pera, una manzana, un plátano, fresas,... al final acaba con todo el cajón vaciado en la licuadora, y lo peor es que después no puede terminárselo.

Jorge lo sabía cuando empezó a salir con ella. "Aún así, es muy dulce, quiero darle una oportunidad, ¿qué es lo peor que puede pasar?" Me comentó a la salida de clase. Claro, yo no quise contestarle. 

Desde luego Adela era una niña muy bonita. Su piel blanca resplandecía ante el sol  y sus ojos parecían un reflejo del cielo. Era dificil no fijarse en su perfecta dentadura. Tan complicado como no enamorarse al contemplarla.

La había visto vestida de todas las formas posibles. Una vez recuerdo que se puso una camisa rosa con un pantalón rojo, su explicación fue algo así como que "los dos colores me encantan, y no podía remediarlo". Otras veces llevaba camisetas de verano y un abrigo de pelo puesto encima.  Decía que así su ropa no se sentía discriminada, que se la ponía toda por igual.

Yo sufría por ella, ...tenía que ser tan duro no poder escoger nada en la vida. Ese es el problema de poder tenerlo todo, que a veces se te olvida lo que es vivir sin nada.

Recuerdo el día de su primera ruptura. Cuando él vino a mi casa llorando con la cara amarilla, como un plátano descolorido. "Ha estado con otro. Dice que no puede escoger, que nos ama a ambos." ¿A caso se puede amar a dos personas? Compartí el dolor plenamente con él, hasta un punto que nadie se imagina.

No pude hacer nada más que consolarle a plena vista, decirle que ella se aclararía, aunque sabía que era mentira. Realmente esa fue la peor de todas las veces, tanto para él como para mi, pero Jorge acabó acostumbrándose. Empezaron a compartir momentos los tres. El plátano de cara alicaída y la manzana color verde esperanza juntos con la niña de ojos color cielo.

¿No os he hablado de la manzana verdad? La manzana es una fruta un poco agridulce. Una fruta aburrida y clásica. Aquella fruta que en cualquier época del año puedes comer, de la que te puedes hartar, la que está en el cajón siempre que quieras. 

Así soy yo. Siempre enamorado de Adela, aunque sabía que nos tenía a los dos. Jorge y yo. Claro que él no lo sabía. Pero ¿qué iba a esperar? 

Juntos somos su ensalada perfecta. Yo tan enamorado de ella que siempre me tendrá. Jorge y una tristeza permanente que le hace sufrir cada vez que ella me besa. Y ella... tan complaciente, tan gentil, tan inaccesible y accesible a la vez. 
Juntos somos la ensalada de frutas perfectas.

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