jueves, 11 de junio de 2015

Aceitunas



Recuerdo cada uno de los momentos a su lado como los hubiese vivido ayer mismo. Cada palabra, cada gesto, e incluso cada pelea hacían que me enamorase aún más de él.

Si pienso en cuando nos conocimos, no puedo evitar darme cuenta de la importancia que tienen unos simples minutos en la vida. Como un simple segundo, como una sola acción puede cambiarlo todo, para bien o para mal.

Quizás fue porque llegó en el momento idóneo, o simplemente fue porque el destino quiso que ocurriera. Porque como un libro escrito,  la última página contenía tu nombre. Pero lo cierto es que me cambió la vida a mejor.

Creo que debería empezar por el principio. Quiero hablar de cómo me sentí, rectifico, de cómo me siento cada vez que lo miro.

Si me concentro bien, aún me llega el fuerte olor a banco recién barnizado. Yo estaba tranquilamente hablando, a la sombra de un olivo cuando noté como una aceituna chocaba contra mi cabeza.

Al principio quise pensar que había sido el viento la que la había tirado de su rama original. Pero pronto cayó otra, y después otra y otra.  Empecé a escuchar unas risas provenientes de detrás. Nunca he tenido un buen carácter, ni si quiera ahora con mi avanzada edad. Hice alarde de ello y comencé a chillar alarmada. Me giré presa de la furia al pensar que se reían de mí.

Y entonces lo vi. Sus ojos color aceituna me cautivaron enormemente, por un momento olvidé toda la furia que sentía en mi interior.

No era la primera vez que lo veía, pero quizás si era la primera vez que note a mi corazón bombear con tanta fuerza. Mis mejillas se tornaron de un color rojizo, me costaba mantenerle la mirada. La realidad era que estaba especialmente guapo. El sol acrecentaba las fracciones de su cara, remarcaba el brillo de sus ojos y daba un toque de luz a su cabello.

Guardaré toda mi vida la imagen de ese momento. Subí las escaleras esperando hundirme entre sus brazos, pero era pronto. Sólo nos habíamos visto un par de veces, y yo no era más que una simple niña para él.

Puede parecer una bobada, pero creo que fue con diferencia el día más importante de mi vida. Realmente no ocurrió nada, él siguió su camino y yo el mío, pero pronto volvieron a entrecruzarse. Gracias a esa pequeña aceituna, me di cuenta de que sabía quién era, y que aunque fuera para chincharme, mostraba una atención especial en mí.

Ahí comenzó nuestra historia, podría contarla capítulo a capítulo, pero realmente eso no es lo importante. Lo importante es que seguimos aquí, esta vez a la sombra de un porche, y desde hace más de treinta años camino cogida de su mano.

Todas las historias tienen un final, y esta por supuesto no será menos que las demás, pero lo que las diferencia del resto, es que nuestro final será exactamente igual que el principio, porque tengo la certeza de que este anciano hombre, con canas aflorando en cada parte de su piel, y con la cabeza hundida entre los hombros, acabará a mi lado cada uno de los días de su vida.


Porque lo nuestro es así, recuérdalo, tú para mí, y yo para ti,… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por dejarme tu opinión!