domingo, 21 de junio de 2015

Tal como Zipi y Zape

¿Qué es lo mejor que le puedes regalar a una persona?

Recuerdo como conocí a mi mejor amiga.
Fue una situación extraña, entre la vergüenza y el azar, podríamos decir que quizás fue el destino, pero lo que está claro es que
desde entonces nos unimos cada vez más.

¡Y cuántas aventuras hemos vivido a partir de ahí! Ni si quiera recuerdo cuál fue la primera vez que salimos juntas, pero si que sé que han sido demasiadas como para contarlas.

Desde horas muertas hablando en una cafetería, hasta horas paseando por los centros comerciales buscando una camiseta o un pantalón inexistente. Incluso excursiones que a cualquier otra persona les parecería una locura. Con ella es imposible aburrirte o quedarte sin tema de conversación. 

Siempre está el cine para amenizar las tardes, las grandes comilonas para cuando supera el estrés,  y las compras o los buenos bailes para cuando el buen humor llama a la puerta. Y sino, ni si quiera eso, basta con tener un rato para hablar aunque sea por un medio virtual. Tardes mandando notas de voz o escribiéndole ininterrumpidamente mensajes.

Porque con ella puedo bailar y cantar, llorar y reír, saltar o hacer la croqueta por mitad de un acolchado. Confíe en ella, y ella confió en mi, y puedo decir que se convirtió en parte de mi vida de una forma veloz y casi sin darme cuenta.

Poco a poco nos hemos ido uniendo más, creando unos lazos que hoy son casi imposible de romper. 

Con mil cosas en común y otras mil que nos hacen totalmente diferentes, casi complementarias, y por eso podríamos que decir que juntas hemos aprendido, y no me refiero sólo en clase, sino también en el ámbito vivencial. 

Que con ella puedo hablar de cualquier cosa, puedo decirle cualquier pensamiento que se me ocurra y puedo experimentar cualquier comida extraña.

¿Habéis comido arroz con hojas de hierbas? ¿Churros mojados en batido de chocolate? ¿Hamburguesas empanadas? Nada mejor que hacer todo eso con alguien que pase lo que pase no te juzgará.

Como si fuéramos de la misma familia, pasamos horas y horas juntas, no sólo físicamente, si no virtualmente a todas horas y en casi contacto continuó. Bailando en el salón de tu casa y dándoles patadas al aire, o salseando en mi salón, pero juntas.

Alguien con quien sabes que puedes contar, que nunca le fallarás ni tu a ella, porque en el fondo os respetáis y os entendéis con vuestros defectos y virtudes, porque gracias a todos los momentos que habéis pasado juntas os conocéis y a veces sobran las palabras.

Y es que lo mejor que le puedes regalar a una persona es tiempo, y gracias a ello se ha convertido en mi mejor amiga, por todo lo vivido y todo lo que nos queda por vivir, porque el tiempo es oro y hemos querido compartirlo, somos ricas en ese sentido.
 
Por muchos kilómetros o tiempo que pase, nada cambiará el hecho de que las buenas amigas tienen que ser una prioridad en la vida.

Esa es la suerte de tener una amiga como tú.



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