miércoles, 12 de agosto de 2015

Lo que ella sintió cuando él volvió.

Después de tanto tiempo sin él, aparece de repente. Vuelvo a sentir ese calor ardiente que me aterra en mi interior. 

Han pasado muchos meses, meses en los que no he tenido ninguna noticia, meses en los que he llorado sobre los hombros de mi padrino esperando que volviese, meses en los que mi locura ha traspasado los límites de la realidad.

¿Por qué ha vuelto? Realmente sé que fui injusta con él. No le trate ni muchos como se merecía. Se merece mi amor, mi cariño, ...y lo tiene. El problema, es que no sé como expresarlo. Ni si quiera sé cuándo me di cuenta de que lo necesitaba a él, de que lo amaba, de que lo añoraba. Simplemente ocurrió, invadió mi mente en el momento menos indicado, cuando me informaron de que no iba a volver por ahora. 

Digo mi mente, porque mi corazón fue suyo desde siempre, aunque yo no lo sabía. La confusión que irradió mi cabeza durante tanto tiempo, fue fruto de una indecisión mezclada con el abismo que sentía mi corazón. No confiaba en nadie, necesitaba sentirme amada, y cuando él lo hizo, no pude reconocer mis emociones... sinceramente, me aterró. 

Me escondí tras otro tipo de sentimientos, amistad, orgullo, cariño,... no quería admitir que en el fondo de mi alma, mi ser entero le pertenecía. Intenté evitarlo, intenté evadir la realidad, cometí los errores más grandes de mi vida. 

Pero cuando las voces de mi cabeza se acallaron, cuando mi conciencia me permitió pensar, cuando el sol de mi interior dejó de sentir la venganza, cuando desaparecieron las dudas, los miedos y los estragos de mi tormentosa niñez, solamente quedo mi amor latente hacia él. 

¿Qué voy a decirle? Pienso todo esto en milésimas de segundo, mientras sus ojos se levantan del suelo y me miran fijamente. ¡Reacciona! me digo a mi misma, ¡Háblale! ¡Bésale! ¡Dile que lo echaste de menos!

Pasa por delante de mi y me mira de reojo, ¿me seguirá odiando? El miedo vuelve, pero esta vez es diferente, no es miedo de qué pasará, es miedo por perder aquello que siempre pensé que sería mio, miedo por no tener la oportunidad de decirle lo que siento, miedo de rendirme antes de tiempo, miedo de que me odie. 

"Te necesito" quise expresar con mi mirada. 

– Deberías comer, te estás quedando muy delgada. - ¿Después de diez meses, eso era lo único que se le ocurría decirme? La ira propia que siempre había habitado mi interior volvió a renacer. No quise contestarle, dejé que prosiguiese su camino hacia fuera de mi casa, quizás hacia fuera de mi vida. Cerró la puerta detrás de sí. No sé ni para que ha llamado. Llama, abro, me mira, me ofende y desaparece. 

Desde luego no  es tal y como lo recordaba, pero supongo que yo tampoco soy como hace unos meses. Preparo el discurso, sé justo lo que tengo que decirle. Ahora soy yo la que abre la puerta y va directa a su casa. 

– ¿Quieres que comamos juntos? He aprendido a tostar pan. - Cuando miro sus ojos y el reflejo en él de su propio pasado, sé que nuestra vida juntos acaba de comenzar. Decididamente, el fuego que vive en mi interior puede quemar el pan blando que vive en él. 




2 comentarios:

  1. Muy lindo, lleno de sentimientos, lleno de realidad. Un agrado leerte. Un saludo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un agrado para mi es que me leas y me dediques tiempo. Muchísimas gracias por todo.

      Eliminar

¡Gracias por dejarme tu opinión!